Perú, mucho cannabis para pocos afortunados

El acceso al cannabis medicinal en Perú se ha vuelto legal hace cuatro años pero, hasta el momento, sólo existe una boca de expendio.

Luego de mucho batallar, y tras convencer a buena parte de la opinión pública, en 2017 llegó a Perú la ley que regula el cannabis medicinal.

La norma se sancionó para que miles de enfermos y enfermas de distintas patologías puedan complementar sus tratamientos con preparados de cannabis.

La lucha que consiguió la ley surgió de organismos de pacientes agrupados de Perú que, ahora, tienen el permiso, pero no tienen el cannabis.

Como ha sucedido en casi todos los países del mundo, muchas personas que en Perú no veían una salida a sus angustias han encontrado calidad de vida en el cannabis medicinal.

Sin embargo, y como también ocurre en otros países (sobre todo de la región), el acceso a esa medicina está lejos de ser masivo, según un reporte de la agencia EFE.

Es que casi cuatro años después de que se promulgara una histórica ley que permitió el uso medicinal de la hierba, hasta ahora solo un establecimiento estatal está autorizado a vender.

A esto se suma que la ley aprobada en 2017 permite la siembra de la planta, pero la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas hasta hoy «no da los permisos”.

Así lo denunció a Efe la presidenta de la organización Cannabis Gotas de Esperanza, Francesca Brivio.

CANNABIS PARA ENFERMOS DEL PERÚ

Uno de los casos que demuestran que es necesario un acceso más ágil al cannabis medicinal en Perú es el de Jorge Padilla, un hombre de 71 años que vive en San Juan de Lurigancho, un distrito de más de 1,2 millones de habitantes en el este de Lima.

Hace dos años, Padilla recibió un diagnóstico de cáncer cerebral, tras percibir que estaba perdiendo la visión de un ojo y tenía problemas para salir a caminar.

“Mi papá tenía de pronóstico (de vida) sólo seis meses, el tumor que le detectaron era de grado 4, el más agresivo, un tumor súper difícil”, contó a Efe su hijo, también llamado Jorge Padilla.

A varios kilómetros de ahí, en el distrito norteño de Carabayllo, la familia de Roger Quispe, de 31 años, vivía angustiada porque el menor de sus hijos había desarrollado una personalidad esquizoide.

Ese no era el único de los problemas, dado que además sufría ataques de epilepsia desde los 7 años de edad.

“Estuvo muy grave, estaba ya con esquizofrenia, que incluso agarró un cuchillo, porque él pensaba que lo estaban persiguiendo y tuve que detenerlo”. 

“Todo eso me desesperó”, declaró su madre, Betty Gamarra.

Como muchos familiares que buscan ayuda para sus seres queridos, el hijo de Padilla y la mamá de Quispe contactaron con Brivio.

La organización que esta mujer dirige asesora en el uso del cannabis para fines medicinales y terapéuticos.

La misma Brivio llegó hace unos años al uso del cannabis después de recibir un diagnóstico de mastocitosis, un desorden en la sangre que le provocó alrededor de 60 síntomas.

Además de una serie de tratamientos médicos, que progresivamente fue dejando.

PERÚ BUSCA CALIDAD DE VIDA CON EL CANNABIS

Los pacientes destacados han experimentado un cambio radical y se han beneficiado con la legalización del cannabis para uso medicinal y terapéutico, gracias al activismo de las asociaciones civiles.

Roger Quispe dice que desde que empezó a tomar el aceite de cannabis se siente mucho mejor.

Incluso ha reducido las pastillas que toma a diario y vio disminuir las convulsiones que tenía por la epilepsia.

“Desde que estoy tomando esas medicinas, me siento mejor porque primero sospechaba de las personas, que me estaba mirando o viendo, queriendo sospechar sobre algo”.

“Desde que tomé el aceite, ya mejoré”, expresó.

Su madre agregó que “la convulsión le ha reducido bastante y también sobre todo la psicosis que tenía”.

Padilla, en tanto, comenzó un tratamiento con aceite de cannabis en paralelo con la quimioterapia y se siente “normal”.

Es por ello que dice haber superado el impacto de la terapia y el “desánimo de las pastillas”.

“Sentía que el cannabis me normalizaba, me aliviaba esas molestias”. 

“Incluso en las mañanas ya me iba a dar mis vueltas al parque, pero ahorita me he frenado en eso de salir por la pandemia”, comentó.

MÉDICOS DEL PERÚ TAMBIÉN ELIGEN CANNABIS

Max Alzamora es uno de los médicos fundadores de Gotas de Esperanza, y reveló que empezó a tratar a sus pacientes un año antes de que se aprobara la ley que regula el uso medicinal del cannabis en Perú.

Lo hizo a sabiendas de que estaba “arriesgando tanto el paciente como los médicos” que lo utilizaban.

A pesar de la promulgación de la ley, el reglamento que la puso en ejecución fue aprobado en 2019, pero hasta el momento sólo una farmacia estatal vende el producto en Lima.

«Lo que ahorita se vende es solamente en Lima, y sólo se vende el aceite, (pero) deja fuera las flores, que en mi tratamiento es importante”, aseguró Brivio.

Alzamora advirtió que se “puede entrar a las redes sociales y encontrar cannabis, pero no quiere decir que sea un buen producto porque no hay modo de fiscalizarlo”.

En ese sentido, además de revelar que aún no se otorgan los permisos para el cultivo, Brivio dijo que el tratamiento tampoco está cubierto por los seguros de salud, a pesar de que el reglamento lo autoriza.

PERÚ NO PUEDE ACCEDER AL CANNABIS

A pesar de que la sustancia está bastante normalizada, existe una ley y diagnósticos favorables para justificar su empleo, pocos son los que acceden al cannabis en Perú.

Al menos dos componentes de la planta, el THC y el CBD, han sido ampliamente estudiados y se ha evidenciado efectos.

En el primero, un efecto analgésico, contra las náuseas y antitumoral, agregó Alzamora.

“El CBD es el componente no eufórico, que tiene una acción anticonvulsionante, antiinflamatoria, ansiolítica, antidepresiva, mejora la coordinación motora fina, el equilibrio y una dosis alta podría condicionar el sueño”, detalló el especialista.

El médico usa ambos componentes en distintas concentraciones, de todas las partes de la planta, para tratar a sus pacientes de acuerdo con su diagnóstico.

Claro que también se puede administrar en aceite, vaporizador, ungüentos u óvulos vaginales, entre otras vías.

Alzamora agregó que durante «todo ese tiempo» han «trabajado en la oscuridad, pero evidenciando bastante mejoría en la calidad de vida de los pacientes”.

El consultorio de este médico cumplió un año desde que abrió formalmente en Lima, y en ese periodo ha atendido a más de 1.200 pacientes que han presentado 127 diagnósticos diferentes.

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