La fibra de coco, un gran sustrato para el cultivo de cannabis

El cultivo en coco se caracteriza por los grandes rendimientos que se puede llegar a obtener. Es muy sencillo, pero se deben tener en cuenta algunos detalles que os contaremos en este post.

¿Qué es la fibra de coco?

La fibra de coco hasta hace relativamente pocos años era un producto residual. Se extrae de las cáscaras de los cocos, para lo que se emplean varias fases.

Primero las cáscaras de coco se seleccionan basándose en su estado de maduración. Tras someterse a un proceso de desfibrado, las fibras largas y el resto del producto como fibra media, corta y granos, se separan.

Las primeras son destinadas a la industria textil, mientras los restos son los aprovechados para los sustratos. Cada coco contiene unos 125 gramos de fibras, además de unos 250 gramos de polvo de coco.

Mediante sucesivos lavados con agua de pH neutro, se van eliminando las sales. En esta fase se lleva a cabo la estabilización y compostaje del producto por un período de 30 a 40 días.

Posteriormente el material se seca. En este proceso se llegan a alcanzar temperaturas superiores a 65 grados centígrados, lo que también sirve para esterilizar el sustrato.

El material seco pasa por un proceso de cribado que separa las diferentes granulometrías y porcentaje de fibras, obteniendo finalmente un producto final con óptimas condiciones para cada cultivo.

El cultivo en coco

La fibra es por lo tanto un sustrato inerte y 100% natural. Se podría definir como un sustrato hidropónico, ya que la alimentación dependerá totalmente de la que se aporte en los riegos.

Pero a la hora de cultivar en coco, se asemeja más a la tierra en cuanto a trasplantes y riegos. Además es un material 100% reciclable que una vez usado y desechado, tiene un impacto ambiental nulo.

También es un medio de cultivo limpio, no se pudre y no produce hongos. Actúa como un excelente aislante térmico que proporciona una perfecta protección para las raíces de las plantas.

Además es capaz de retener hasta 8 o 9 veces su peso en agua, manteniendo al mismo tiempo una gran capacidad de aireación.

Sus fibras actúan como una esponja, lo que permite que las plantas pueden pasar más períodos sin riego. Su pH oscila entre 5,5 y 6,5, rango que resulta apropiado para la mayoría de especies vegetales.

Y también tiene una gran capacidad de retener y liberar los nutrientes cuando la planta los necesite. Es por todo esto que el cultivo en coco cuenta cada vez con más seguidores.

Aspectos a tener en cuenta en el cultivo en coco

Cuando nos decidimos a introducirnos en el cultivo en coco, lo primero es asegurarse de adquirir una buena fibra de coco, ya que hay mucha diferencia entre unas y otras.

Sea en saco, en ladrillo o en plancha (también llamados slabs), la textura debe ser apropiada, con gran cantidad de polvo de coco y fibra muy molida.

Todo lo referente al cultivo en coco no es muy diferente del cultivo en tierra. Es bastante intuitivo. Es muy sencillo comprobar cuando el coco necesita riego, ya cambia de color marrón oscuro a marrón claro.

Además es un sustrato muy liviano, levantando una maceta se puede saber si tiene suficiente agua o aún se debe esperar.

Todos los riegos han de ser con nutrientes, ya que no deja de ser un sustrato hidropónico. Y además deben ser abonos específicos para el cultivo en coco.

Hay muchos fabricantes que tienen líneas específicas para este sustrato, que siempre son la mejor opción. Otros fabricantes ofrecen fertilizantes compatibles con tierra, como para coco o para hidropónico.

Y otros sencillamente no son compatibles. En caso de duda, consulta con tu grow shop habitual o visita la web del fabricante para comprobar la compatibilidad.

Algo fundamental en cualquier cultivo hidropónico, es el control del pH. Y el coco no es menos, ya que no admite tantas licencias como la tierra por la baja capacidad tampón.

Contar con un medidor de pH es algo fundamental y muy recomendable. Un rango con el que no habrá problemas será de 5.7-6.0.

Los riegos con abono, que serán todos, son más fáciles de hacer que en tierra por la capacidad de absorción de la fibra de coco.

No conviene en ningún caso dejar secar en exceso el sustrato, ya que las sales podrían llegar a cristalizarse y verse afectada la asimilación de nutrientes.

Las carencias y excesos no se manifiestan tan rápido como un hidropónico real, pero sí que más rápido que en tierra. Una vez averiguamos de qué se trata, aumentaremos o disminuiremos la dosis de abono.

Un medidor de EC, además de para ajustar al máximo las dosis de abonos, servirá para comprobar si el contenido de sales del agua del drenaje es demasiado elevada.

Significará que la planta no llega a asimilar todos los nutrientes que le damos. En este caso tampoco pasaría nada por hacer un lavado de raíces en caso de cualquier tipo de problema.

Así dejaremos el sustrato de nuevo inerte antes de abonar de nuevo con la dosis de abono que estábamos usando, con mayor o menor dosis

El coco, necesita menos capacidad que la tierra para ofrecer unos resultados similares. En macetas de 3 litros, una planta en fibra de coco se siente muy cómoda, como otra en unos 7 litros de tierra.

Macetas en interior de más de 9 litros son excesivas, ya que realmente la planta no necesita todo ese espacio para un gran desarrollo en cultivos convencionales.

Para un cultivo en SOG, las macetas de 1-3 litros son ideales. Para cultivos en SCROG, de 9 a 11 litros ya es un buen tamaño de maceta con una densidad de 4-5 plantas por m2.

Para cultivos convencionales partiendo de semillas, con macetas de 5-7 litros las planta se desarrollarán perfectamente sin problemas.

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